martes, 24 de septiembre de 2019

la duda en la política

"Dado que la política democrática no es una ciencia exacta, es más, dado que está muy lejos de ser algo parecido a una ciencia exacta, la duda se encuentra instalada a la mitad de la sala. Dado que existen diversos diagnósticos y propuestas, desiguales corrientes de pensamiento, intereses varios, dado que las pasiones nunca pueden ser desterradas, que lo que resulta venturoso para unos puede derivar en una desgracia para otros, que lo que funciona en una región puede no ser bueno para otra, etcétera, la duda está —o debería estar— en el centro del debate público". José Woldenberg, escritor mexicano en la revista digital Nexos. 

lunes, 23 de septiembre de 2019

billetes dispersos en la carretera

 
La revista digital Fronterad, que se publica en España centrada en el periodismo narrativo, no deja de darnos sorpresas agradables con sus colaboradores. Esta vez se trata de un relato de Luis Carlos Nieto quien describe un sugestivo pasaje de su experiencia en una carretera española. 
 "El día 6 de junio de 2016 nos convocó Andrés Sorel en el Episcopio de Ávila para presentar dos libros suyos. Nuestro amigo Nino presentaba las Antimemorias de un comunista incómodo y mi encargo consistía en presentar la reedición de Las voces del Estrecho. Presenté el libro recordando un suceso que nos ocurrió tiempo atrás, en tres escenas y una realidad. Decía así:
Escenario
Una noche de verano en Ávila. Años setenta. Pura transición, organizábamos lo que llamamos la Semana Cultural de Castilla y León, en la entonces Casa de la Cultura, donde celebrábamos debates y conferencias sobre cultura y política. 
Primera escena
En un coche viajábamos cinco personas entre ellas Andrés, Ana (su compañera) y yo. Íbamos despacio porque la conversación era intensa. Al terminar de bajar la cuesta de la ermita de Sonsoles nos adelantó un coche. Momentos después una nube de polvo lo envolvió todo y paramos. Nos bajamos sobrecogidos.
Segunda escena
Se va despejando la nube de polvo y delante de nosotros aparece un coche partido, destrozado y trozos de chapa por todos lados. No había nadie y la cuneta y el asfalto estaban llenos de billetes de mil pesetas. Muchos billetes de mil pesetas.
Cuando nos serenamos oímos que desde el trigal venía una queja leve y una respiración cada vez más fuerte. Era una persona herida que necesitaba auxilio y que estaba tendido entre los surcos. Nos acercamos, le tocamos sin moverle y hacíamos lo poco que sabíamos, que era animarle para que respirara, para que siguiera viviendo. Queríamos que siguiera viviendo.
Aunque había poco tráfico al cabo de unos minutos pararon otros coches. Una persona tomo el pulso al herido y otros fueron a llamar a una ambulancia. Y nosotros intentando convencerle de que se quedara en la vida.
Tercera escena
Irrumpe en escena un hombre fuerte, voz ronca. Hombros anchos y cabeza más bien pequeña. Se dirige a nosotros y nos increpa diciendo que la carretera estaba llena de billetes, que dejáramos al herido y que entre todos recogiéramos el dinero, que estas cosas siempre traen problemas. El hombrecillo no quería problemas. A nosotros se nos había olvidado el dinero de la carretera, y seguíamos animando al herido, hablándole para ver si con palabras le atábamos a la vida.
El hombrecillo de la voz ronca y decidida no paró de recoger billetes hasta que llegaron las ambulancias. No preguntó cómo estaba el herido. Andrés le miró todo lo mal que pudo sin decir palabra.
La realidad
El herido en el accidente sobrevivió a pesar del impacto tan fuerte (por eso lo cuento), imagino que no por nuestras palabras de aliento, sino porque llegaron las ambulancias y después los médicos harían un buen trabajo y el motivo de que hubiera aquella parva de billetes dispersos por la carretera era porque se trataba de un empleado de banca que venía de recoger la recaudación de los pueblos de la sierra".

domingo, 22 de septiembre de 2019

la meritocracia se muere


   Un hallazgo muy interesante para las empresas colombianas: al menos en los Estados Unidos, por ahora, hay señales de que la meritocracia está en decadencia. Luego de mucho tiempo en que, por influencia de los programas organizacionales, se estableció que las promociones dentro de las empresas se obtienen a través de la habilidad y el esfuerzo, y que la versión de que las recompensas sociales y económicas deben ser consecuencia de los logros (un ideal que servía como estímulo a los empleados), de repente esa imagen empieza a ser devaluada por los hechos.
    La movilidad ascendente no es tan frecuente como parece; es más bien un simulacro, en tanto que la meritocracia es un mecanismo, abierto u oculto, de concentración y transmisión de la riqueza entre las familias y grupos dominantes. La globalización es resultadista y allí no valen las disculpas sino la ley de la selva. Lo más grave aún: en investigaciones realizadas en EEUU se revela que las clases medias en la actualidad carecen de mecanismos claros para el ascenso pues cada vez más se consolida la desigualdad entre los trabajadores.
   Los que logran “llegar a la cima” son fácilmente requeridos por sus patronos a que trabajen más y más, con mucha mayor intensidad, dado que tienen el privilegio de una educación costosa la cual debería representar altos y buenos beneficios para la empresa contratante. Los éxitos de la meritocracia consisten en que a ciertos empleados se los pueda explotar más y mejor.
   Por muchos años la agencia del Servicio Civil en Colombia ha venido luchando con denuedo por imponer este tipo de pensamientos en el sector oficial, pero la verdad es que sistemáticamente sale derrotada por el clientelismo y las malas prácticas de la politiquería dentro de la burocracia. El dedazo, como es llamado entre los mexicanos, siempre sale triunfante. No hay meritocracia en el Gobierno sino más bien una serie de prácticas que la anulan. El éxito de la mediocridad oficial radica en esta falla en el trabajo de los que toman decisiones.
    Estos argumentos se derivan de conocer el libro The Meritocracy Trap del profesor de Yale, Daniel Markovits, donde muestra el funcionamiento interno de la máquina meritocrática en su país, aunque también ofrece respuestas sobre lo que debe hacerse en búsqueda de un mundo organizacional que pueda brindar más dignidad a sus empleados.


viernes, 20 de septiembre de 2019

los perros de otros

A veces, para animar el día, se tienen estos pensamientos derivados de otros. A un amigo de los perros que publica una columna en El Colombiano le dije: haría falta, para compensar, una crónica sobre los “indiferentes de perro”, como este servidor, que únicamente los mira con cuidado cuando acompañan a una bella dama (por ella, no por el can), cuando asoma en mis ojos el miedo de un rotwailler, o para admirar uno de esos ejemplares de lobo plateado, con ojos azules, que a veces se cruzan en mi camino remolcando a su dueño. Pero todos ustedes, los esclavos del perro, me dejan cierto sabor a piedad. Es inevitable: la amistad no es del todo incondicional.

viernes, 13 de septiembre de 2019

comunicar es traducir

Lo digo con  énfasis: la comunicación es una traducción. Alguien como Malcom Gladwell escribió un libro llamado "Hablar con extraños" donde se muestra la dificultad de comunicarnos genuinamente con los demás. Digo entonces que "traducir" las palabras, los gestos, las miradas, las posturas, sentimientos y emociones de otra persona es un proceso de una incalculable perfección para el cual no tenemos las habilidades necesarias y es por ello que solemos perder lo que en verdad quieren decirnos.

personas como burbujas

Se me ocurre que hay personas que son como una burbuja: encerradas en sí mismas, viven cómodas adentro, no se conectan con el exterior y miran hacia afuera lo que pasa. De repente les llega el pinchazo de un extraño y, como son tan frágiles, se vuelven pedazos. 
¿Será posible pensar que así también existen ciertas comunidades o regiones empecinadas a vivir dentro de sí mismas, temerosas de los cambios, y asustadas cuando perciben la presencia de un bello ramo de rosas rojas porque con ellas vienen también unas espinas letales? 

lunes, 9 de septiembre de 2019

el ejemplo lo es todo

   Nunca es inapropiado traer una historia sobre la ética que pueda servir para ocuparse de ella. Proviene de un blog europeo que desconozco pero creo que vale la pena darla a conocer.

   Un padre decidió llevar a sus hijos al circo. Al llegar a la taquilla, pregunta:
   --“Hola, ¿cuánto cuesta la entrada?”
   El vendedor responde:
   --“Treinta euros para los adultos y veinte para los niños de 7 a 14 años. Los niños hasta 6 años no pagan. ¿Cuántos años tienen?”
   Y el padre responde:
   --“El menor tiene 3 años y el mayor 7 años”
   Con una sonrisa maliciosa el chico de la taquilla dice:
   --“Si usted hubiese dicho que el mayor tiene 6 años, yo no me hubiese dado cuenta, y usted se ahorraría veinte euros”.
   Y el padre responde:
   --"Es verdad, puede que usted no se hubiese dado cuenta, pero mis hijos sabrían que mentí para obtener una ventaja y el recuerdo de esta tarde no sería el circo; en realidad sería terrible para su aprendizaje e insertaría en sus mentes el error de que hay que mentir y robar para tener la oportunidad que ya tenemos." 
   Y finalizó diciendo: --"La verdad no tiene precio. Hoy dejo de ahorrar veinte euros, que no me pertenecían por derecho, pero he ganado mucho más: gano la gracia de que mis hijos sepan la importancia de decir la verdad, pues yo soy su ejemplo en ese instante". 
   El taquillero permaneció mudo: también él tendría una tarde especial para recordar. El ejemplo enseña. El ejemplo lo es todo.




viernes, 6 de septiembre de 2019

no me arrepiento

   Una de las ultimas confesiones de mi amigo Jorge Valencia Jaramillo se la dio al periodista Oscar Dominguez hace unos días. En ella reconoció: “No me arrepiento, NO,  no me arrepiento de haber amado a aquella mujer. Si, no me arrepiento. Y, SI, lloro por esa mujer. Y es claro, infinitamente claro, que seré el más melancólico de todos los muertos, de todos los cementerios de este mundo”.

los aventureros del blog


Los aventureros del blog somos como los malos pescadores, marineros desorientados que solemos otear el horizonte a menudo en la búsqueda de incertidumbres. Pero, mientras tanto, seguimos echando las redes: algunos pequeños peces serán capturados (unos curiosos, otros navegantes de paso, indiferentes los más y quizás algún y fiel persistente lector) pero al marinero ya no le importa si debe dejar el barco al vaivén de los desinteresados o continuar con su faena. Finalmente, en medio de su incertidumbre, el grumete limpia las redes y las arroja de nuevo al mar proceloso de los indiferentes. Y así lo hará una y otra vez mientras le dure el entusiasmo y no tema confundirse por el rencor de los envidiosos o el silencio de los ausentes.

jueves, 5 de septiembre de 2019

el dragón


Dado que no sabía de su existencia, de repente Carolina se encontró en un pasadizo al famoso dragón con los labios leporinos. Lo miró de soslayo y siguió su camino.