lunes, 26 de agosto de 2019

propensión a la mediocridad


Recientemente he aprovechado lecturas en torno a la biografía de algunos personajes de la historia que, a través de sus realizaciones nos han contado la clase de dedicación y de energías que ellos ponían en las empresas que creaban u organizaban. Una de ellas, la de la señora Michelle Obama, nos ha sorprendido con su narrativa fluida y agradable sobre su vida y su paso por la casa de los mandatarios estadounidenses.
Pero leyendo los detalles de muchas de esas personas excepcionales que suelen reconocerse como líderes de una sociedad, me di cuenta de que la mayor y la más importante de sus virtudes es la perseverancia en su oficio, en su tarea, en su profesión. En muchos momentos observé que la perseverancia es un atributo positivo que ofrece muchas satisfacciones, al contrario de la terquedad que parece una sombra negativa y no pocas veces un obstáculo que se atraviesa en las realizaciones propias o en las de terceros.
Navegando en esas reflexiones caí en cuenta de otra situación relacionada que he vivido de cerca en mi contacto con otros: hay sujetos no-perseverantes que disfrutan haciendo muchas cosas a la vez, como picaflores que van de allí para allá asumiendo responsabilidades, dejando huellas interesantes en algunos casos, y permitiendo que su figura aparezca en varios sitios a la vez. Cambian de metas, cambian de oficio, son muy serviciales, se comprometen a veces con causas utópicas, y por ello conservan una trayectoria muy amplia de admiradores y amigos.
En definitiva se me ocurre que es tal la variedad de iniciativas que ellas ofrecen sin perseverar, y el tiempo tan corto que pueden dedicarle a las muchas opciones con las que juega, que estas personas están condenadas a ser mediocres. Encontré que el nombre preciso de este comportamiento es el de la propensión a la mediocridad: porque esta tendencia de abarcar muchas situaciones, de estar en todas partes, no le permite a su poseedor ser excelente en ninguna y más bien ser un transeúnte temporal de todas las oportunidades que le ofrece la vida. Su realización personal se posterga cada día, en medio de la admiración de sus más cercanos ---aunque una muy privada e íntima insatisfacción parece que lo corroe todos los días.
Con otras características, la propensión a la mediocridad aparece también en las sociedades modernas cuando se resisten a alcanzar una identidad propia que les valga para sus realizaciones. Hace un tiempo en mi región se hizo el intento de unir los recursos profesionales y económicos de varias universidades con el objeto de establecer, entre todas, unas misiones bien acertadas e incluyentes orientadas a trabajar en favor del desarrollo de una región. En algún instante apareció el germen de la mediocridad, representado por el egoísmo y el individualismo, hasta que se arruinaron las buenas intenciones de sus promotores que creían en la solidaridad como un componente esencial del progreso.

una revista que muere

Hace unos días se anunció que la famosa revista Playboy termina su vida como publicación especializada y pionera, desde luego, en este tipo de medios. No obstante me hizo reír el comentario de uno de sus muchos lectores cuando dijo: "Es una catástrofe y me afecta muy especialmente. Solo quiero saber por lo menos si la revista estará en las salas de espera de los centros de donación de esperma".