jueves, 2 de enero de 2020

la moraleja del negociante

Una mujer totalmente desnuda entra a un taxi. El taxista se toma su tiempo, mirando a su pasajera de arriba hacia abajo.

Mujer: ¿Nunca ha visto a una mujer desnuda antes?
Taxista: Sí, la he visto.
Mujer: Entonces, ¿por qué me está mirando de esa forma? Conduzca ya, por favor.
Taxista: No: aún necesito asegurarme de si lleva algo de dinero.
La moraleja es:
·       Concéntrate en tu negocio.
·       Conoce las distracciones cuando las veas.


de cuentos y novelas


Sobre novela breve, le decía a una amiga, es bueno decir que empieza a ponerse de moda tal vez porque la prisa de los tiempos nos obliga a leer rápido en estos países y los cuentos también cumplen ese propósito. Lo que asombra es ver en las playas de esta época a una señora con una novela de mil páginas, de esas que solo escribía T. Mann, o las de estos autores tan publicitados que hacen novelas policíacas y de aventuras. Eso quiere decir que para gustos no hay disgustos.
Personalmente creo que ese debate, desde el punto de vista de los autores, ya se está gastando: lo que cuenta no es la extensión (breve, larga, larguísima) sino el contenido, el mensaje. Los ojos de un editor serán diferentes: prefieren una novela entre 80 mil y 200 mil palabras que se vende, a muchos títulos de poesía que no se venden. En EEUU es peor: muchos escritores escriben con la mirada puesta en una película de su novela, porque van a ganar un dineral.
En estas circunstancias, ya el asunto es individual; como te decía hace poco, uno como cuentista construye un cuento de 200 a mil palabras con cierta facilidad, pero cuando se mete a las ligas mayores necesita un proceso de adecuación. Por ejemplo, empecé una novela con ánimo de enviarla a un concurso de Novela Breve en España, pero cuando se venció la fecha del envío no estaba siquiera en la mitad. Siempre hay algo que se me atraviesa: reviso el diseño, la bibliografía que estoy usando, repaso las líneas, rediseño los personajes y en este ajetreo se me va el tiempo. Parálisis por análisis, como dice mi aforismo.
Mi novela trata del viaje de los restos de Gardel cuando los argentinos pidieron expatriarlo desde Medellín en 1935. Hay un personaje real que sobrevivió al accidente y se perdió: yo lo redescubrí, le di una voz, una cara, una familia y un oficio para que contara lo que ocurrió antes y lo que pasó después. Gardel no es mi personaje sino el pretexto para ambientar unas situaciones políticas argentinas que precedieron el viaje y otros pormenores de luchas por el poder que ocurrieron aquí durante el gobierno de López Pumarejo. Entonces, mientras no termine este esfuerzo, veré aplazada la posibilidad de diseñar una novela sobre la Violencia, en el Quindío, que hoy tiene pocos cultores.