domingo, 22 de septiembre de 2019

la meritocracia se muere


   Un hallazgo muy interesante para las empresas colombianas: al menos en los Estados Unidos, por ahora, hay señales de que la meritocracia está en decadencia. Luego de mucho tiempo en que, por influencia de los programas organizacionales, se estableció que las promociones dentro de las empresas se obtienen a través de la habilidad y el esfuerzo, y que la versión de que las recompensas sociales y económicas deben ser consecuencia de los logros (un ideal que servía como estímulo a los empleados), de repente esa imagen empieza a ser devaluada por los hechos.
    La movilidad ascendente no es tan frecuente como parece; es más bien un simulacro, en tanto que la meritocracia es un mecanismo, abierto u oculto, de concentración y transmisión de la riqueza entre las familias y grupos dominantes. La globalización es resultadista y allí no valen las disculpas sino la ley de la selva. Lo más grave aún: en investigaciones realizadas en EEUU se revela que las clases medias en la actualidad carecen de mecanismos claros para el ascenso pues cada vez más se consolida la desigualdad entre los trabajadores.
   Los que logran “llegar a la cima” son fácilmente requeridos por sus patronos a que trabajen más y más, con mucha mayor intensidad, dado que tienen el privilegio de una educación costosa la cual debería representar altos y buenos beneficios para la empresa contratante. Los éxitos de la meritocracia consisten en que a ciertos empleados se los pueda explotar más y mejor.
   Por muchos años la agencia del Servicio Civil en Colombia ha venido luchando con denuedo por imponer este tipo de pensamientos en el sector oficial, pero la verdad es que sistemáticamente sale derrotada por el clientelismo y las malas prácticas de la politiquería dentro de la burocracia. El dedazo, como es llamado entre los mexicanos, siempre sale triunfante. No hay meritocracia en el Gobierno sino más bien una serie de prácticas que la anulan. El éxito de la mediocridad oficial radica en esta falla en el trabajo de los que toman decisiones.
    Estos argumentos se derivan de conocer el libro The Meritocracy Trap del profesor de Yale, Daniel Markovits, donde muestra el funcionamiento interno de la máquina meritocrática en su país, aunque también ofrece respuestas sobre lo que debe hacerse en búsqueda de un mundo organizacional que pueda brindar más dignidad a sus empleados.