sábado, 16 de febrero de 2019

lagunas biográficas II

Una respuesta de nuestro amigo Conrado Zuluaga a la idea de explorar las lagunas en las biografías de los escritores, ilustra de mejor manera el intento de hacer una antología al respecto. Dice así:

  "Este aspecto que señalas, apreciado Jaime, está lleno de posibilidades. 
El otro día les preguntaba a unos amigos en Panamá qué noticias tenían de Joseph Conrad que estuvo por esos lares. O el papel de un tío de Kafka que trabajó en el canal en el período de Lesseps y porque el novelista checo descartó la invitación que le hizo el tío de viajar a Panamá. Y por último, si el pintor Gauguin a su paso por allí trabajó una temporada en el canal.
  Y así podríamos seguir, sin cansarnos de inventar historias: Germán Arciniegas, como Ministro de Educación, invitó a Stefan Zweig a quien había conocido en Buenos Aires a que visitara Colombia. Lamentablemente la carta llegó demasiado tarde y Zweig ya había tomado la decisión de quitarse la vida. Arciniegas recibió la noticia del deceso y días después la carta de Zweig descartando la invitación porque ya era inútil cualquier tentativa. Un abrazo grande, Conrado".



lagunas biográficas


Hace rato nos viene a la mente la idea de construir un diálogo constructivo entre los escritores y sus “lagunas” vitales.
La historia de los artistas e intelectuales están llenas de lagunas de su vida que suelen pasar por alto no solo sus biógrafos, sino también los lectores distraídos y también los más amigos del personaje. (A propósito, Borges decía que las notas escritas a mano en los márgenes de los libros son una forma literaria). Por tanto, cada día estamos más convencidos que este género de narraciones “lagunas” valen como una inestimable mina de oro para los novelistas.
Veamos algunos ejemplos de las lagunas literarias. El novelista francés Mathias Énard (un orientalista de 46 años, profesor de árabe y hoy radicado en Barcelona) insistió con un viaje auténtico que hizo el escultor Miguel Ángel a Constantinopla invitado por el sultán otomano Bayezid II para que le ayudase a construir el puente sobre el Bósforo. Autor de “Dígales sobre batallas, reyes y elefantes" (Tell Them of Battles, Kings, and Elephants) y otros relatos, este libro de Énard es un recuento de su formidable y erudita atracción hacia esa laguna episódica de Miguel Angel en Turquía allá por los años de 1506.
            Siguiendo esta misma reflexión, de igual modo se pueden hacer unas búsquedas igual de interesantes de “lagunas biográficas” como el extenso poema de Derek Walcott sobre la influencia del Caribe en los paisajes impresionistas de Camille Pissarro; o sobre el viaje por tres días a Paris de Constantine Cavafy y las incidencias del mismo, según lo describe una novela de Ersi Sotiropoulos, según lo relata el crítico Julian Lucas en The New Yorker (https://www.newyorker.com/contributors/julian-lucas) al reseñar la aventura turca de Micheangelo.
            Confesamos que nos ha gustado imaginar algunas lagunas biográficas en nuestro entorno cultural como estas: el poeta León de Greiff como contabilista en la empresa del ferrocarril que montaba las traviesas en la vía de Bolombolo a La Pintada; la vicisitudes de Dario Jaramillo Agudelo como jefe del área cultural del Banco de la República y su deleite con los numerosos libros que le llegaban; las charlas ruidosas y sugerentes de Estanislao Zuleta con Mario Arrubla en el café Los Cardenales, mientras Carlos Lemos Simmonds trataba de calmarlos en la misma mesa; y las conversaciones literarias de Jorge Gaitán Durán con Eduardo Cote Lemos en la barra del café Excelsior mientras repasaban los manuscritos de los colaboradores de Mito, muy cerca de Lopez Michelsen tomando café y discutiendo con Indalecio Liévano Aguirre algún pormenor de la vida de Nuñez.
            Y, para ir más lejos, a Franz Kafka hablando solo, en el baño de la compañía de seguros de accidentes laborales donde trabajaba, lamentando la forma como había muerto una de sus hermanas en el campo de exterminio de Auschwitz; Vladimir Nabokov explicándole a un colega de la universidad de Cambridge el papel de Humbert Humbert con la nínfula que lo traía loco; o, finalmente, a Cervantes esperando que unos burócratas del Consejo de Indias en Cádiz aceptaran su solicitud para viajar al Nuevo Mundo como oficinista letrado.
No hay duda que la novelística tiene un terreno muy ancho y muy largo para el goce.


la coherencia


Lo que cuento enseguida lo viví en Armenia el sábado 16 de febrero de 2019 en el Centro de Convenciones de esta ciudad.
           Una de las sesiones consistía en la presentación de los equipos de trabajo de Compromiso Ciudadano del Eje Cafetero acerca los retos y propuestas que se moverán en cada región con ocasión de las elecciones de este año. Cada Departamento mostraba sus diagnósticos en torno a la corrupción y las consignas que se presentarían a su comunidad para combatir este flagelo.
Le correspondió el turno al Quindío. Su vocero mostró, en imágenes de videobeam, una completa relación de los diversos episodios (vergonzosos e ingratos) que se han sucedido aquí en los últimos treinta años en materia de fraudes a la cosa pública por cuenta de exGobernadores y exAlcaldes quindianos, algunos de los cuales se encuentran entre rejas. Cerca del final, el vocero dio a conocer los últimos hechos ocurridos con ocasión de los tres días sin agua en Armenia y calificó este episodio como un acto de corrupción de la administración actual.
En ese preciso momento Sergio Fajardo, quien estaba abajo, en las sillas del auditorio, pidió la palabra y, en tono severo, señaló que ese acontecimiento tal vez no podría calificarse de corrupto porque estaba apenas en investigación y por lo tanto no se hablaba de condenas en un juicio. Añadió que era responsabilidad de este grupo político hacer afirmaciones más aproximadas a la ley y que una denuncia de esta naturaleza no debía presentarse así dado que era una situación que no estaba probada.
Respiré con alivio. Si alguna vez yo había repetido aquella frase de que “las campañas se hacen en poseía, pero el gobierno es en prosa”, lo decía por la dificultad de que en la política se pase de las palabras abstractas a las concretas para exponer mejor una idea. Explicar los adjetivos “dignidad”, “participación”, “tolerancia”, “buena fe”, y muchos más, y convertirlos en líneas de acción, es una tarea bien difícil y compleja.
Pero yo estaba ahí, esa mañana sabatina, entendiendo lo qué significa la coherencia. Fajardo me daba una lección concreta de comportamiento humano y de moral política y ese ejemplo habría de ser muy valioso para entender mi apoyo a su causa.