sábado, 29 de mayo de 2021

Los efectos de retardar

 No ha comenzado a funcionar el infierno. Pese a las meticulosas observaciones del arquitecto y del ingeniero encargado de la construcción no se han podido adivinar las intenciones del propietario respecto al uso de unas calderas y de unos equipos radioactivos novedosos y al parecer muy apropiados. Dada esta incertidumbre, una multitud de obreros pasan largos periodos sin trabajo aunque se les remunera con puntualidad (por la fama del dueño, cualquier aventura sindical podría ser peligrosa). Sin embargo, después de varios siglos la ineficiencia empieza a manifestarse y, en opinión de los entendidos y de una buena parte de las redes sociales, es que semejante habitáculo nunca podrá funcionar por la falta de claros objetivos, por la procrastinación del patrono y --aunque sea menos evidente-- por el débil compromiso de los financistas. Por todas estas razones la vida en el mundo transcurre en paz (haciendo cada uno lo que le da la gana) y nadie se ocupa de alborotar la situación no sea que el mismo diablo se avive y le dé por concluir aquella odiosa mansión.