lunes, 23 de septiembre de 2019

billetes dispersos en la carretera

 
La revista digital Fronterad, que se publica en España centrada en el periodismo narrativo, no deja de darnos sorpresas agradables con sus colaboradores. Esta vez se trata de un relato de Luis Carlos Nieto quien describe un sugestivo pasaje de su experiencia en una carretera española. 
 "El día 6 de junio de 2016 nos convocó Andrés Sorel en el Episcopio de Ávila para presentar dos libros suyos. Nuestro amigo Nino presentaba las Antimemorias de un comunista incómodo y mi encargo consistía en presentar la reedición de Las voces del Estrecho. Presenté el libro recordando un suceso que nos ocurrió tiempo atrás, en tres escenas y una realidad. Decía así:
Escenario
Una noche de verano en Ávila. Años setenta. Pura transición, organizábamos lo que llamamos la Semana Cultural de Castilla y León, en la entonces Casa de la Cultura, donde celebrábamos debates y conferencias sobre cultura y política. 
Primera escena
En un coche viajábamos cinco personas entre ellas Andrés, Ana (su compañera) y yo. Íbamos despacio porque la conversación era intensa. Al terminar de bajar la cuesta de la ermita de Sonsoles nos adelantó un coche. Momentos después una nube de polvo lo envolvió todo y paramos. Nos bajamos sobrecogidos.
Segunda escena
Se va despejando la nube de polvo y delante de nosotros aparece un coche partido, destrozado y trozos de chapa por todos lados. No había nadie y la cuneta y el asfalto estaban llenos de billetes de mil pesetas. Muchos billetes de mil pesetas.
Cuando nos serenamos oímos que desde el trigal venía una queja leve y una respiración cada vez más fuerte. Era una persona herida que necesitaba auxilio y que estaba tendido entre los surcos. Nos acercamos, le tocamos sin moverle y hacíamos lo poco que sabíamos, que era animarle para que respirara, para que siguiera viviendo. Queríamos que siguiera viviendo.
Aunque había poco tráfico al cabo de unos minutos pararon otros coches. Una persona tomo el pulso al herido y otros fueron a llamar a una ambulancia. Y nosotros intentando convencerle de que se quedara en la vida.
Tercera escena
Irrumpe en escena un hombre fuerte, voz ronca. Hombros anchos y cabeza más bien pequeña. Se dirige a nosotros y nos increpa diciendo que la carretera estaba llena de billetes, que dejáramos al herido y que entre todos recogiéramos el dinero, que estas cosas siempre traen problemas. El hombrecillo no quería problemas. A nosotros se nos había olvidado el dinero de la carretera, y seguíamos animando al herido, hablándole para ver si con palabras le atábamos a la vida.
El hombrecillo de la voz ronca y decidida no paró de recoger billetes hasta que llegaron las ambulancias. No preguntó cómo estaba el herido. Andrés le miró todo lo mal que pudo sin decir palabra.
La realidad
El herido en el accidente sobrevivió a pesar del impacto tan fuerte (por eso lo cuento), imagino que no por nuestras palabras de aliento, sino porque llegaron las ambulancias y después los médicos harían un buen trabajo y el motivo de que hubiera aquella parva de billetes dispersos por la carretera era porque se trataba de un empleado de banca que venía de recoger la recaudación de los pueblos de la sierra".