martes, 27 de junio de 2023

 

LOS INVASORES Y YO
Cada vez que lo pienso deduzco que el egoísmo es un creciente mal universal. Lo que inquieta de este fenómeno es la inmutabilidad de su existencia, la capacidad que tiene el egoísmo para subsistir y reproducirse. Y esa es precisamente la pregunta esencial: ¿es la egolatría un escudo protector de mi yo, del mismo perfil que el arma elegida por Han para defender a la tierra de sus invasores extraterrestres?
Si el egoísmo es la defensa de mi individualidad entonces puede admitirse como una forma de protección de mi yo, como las púas de una planta carnívora. En la medida en que crecen las dificultades de la vida diaria y se encuentran respuestas tradicionales o precarias para bregar con los problemas, en ese momento podemos pensar si podemos arrojarlo de nosotros a pesar de que el personalismo está tan adherido o fusionado con nuestra piel.
No obstante, lo más difícil es transformar el egoísmo en colaboración. Cualquier síntoma de empatía con los demás, cualquier muestra de apertura —v.g., escuchar de verdad al otro, oírlo genuinamente— y ese es el momento en que los muros empiezan a flaquear y sentimos el miedo de que invadan mi yo. Solamente cuando expulsamos el temor de nuestro ser, convertimos el egoísmo en una verdadera arma de solidaridad. Solo que es un proceso de muy largo alcance.