martes, 26 de marzo de 2019

Españoles en América

Una cita interesante de Hector Aguilar Camin en el blog de la revista Nexos (25 marzo 2019): "La gran migración española a tierras americanas no se dio, como puede pensarse, durante la época colonial, sino en los siglos XIX y XX. Entre 1492 y 1821, pasaron a las posesiones de ultramar sólo 500 mil españoles. Entre 1880 y 1930, en cambio, zarparon de la península a “hacer la América”, 3.3 millones de españoles. La guerra civil explulsó a 30 mil exiliados, de los cuales 20 mil llegaron a México. Entre 1946 y 1959, la migración fue de 500 mil y de ahí en adelante, poco significativa. Carlos Martínez Shaw: “El paso a América” en El País internacional, Lunes 5 de abril de 1993. Martínez Shaw reseña el libro Historia general de la migración española a Iberoamérica. Historia 16. Madrid, 1992. 2 vols. XXVI + 732 y 550 páginas.

miércoles, 20 de marzo de 2019

pies planos


Una fórmula providencial para desembarazarse de un impertinente aspirante a locutor sin futuro alguno la  dio un día Gabriel Muñoz a Juan Harvey Caicedo, examinador de los aspirantes por encargo del Ministerio de Comunicaciones: “Dile, sencillamente, que no sirve para nuestro oficio  porque tiene los pies planos”.

martes, 19 de marzo de 2019

carta sobre el liderazgo


Doctora
CECILIA LOPEZ
El Tiempo
Bogotá
Apreciada amiga Cecilia,
Su columna del domingo pasado en El Tiempo trae una importante reflexión sobre el liderazgo en Colombia que no quisiéramos pasar por alto. Fruto de mis experiencias como consultor de organizaciones, vemos propicio el momento para abrir las puertas a nuevas reflexiones en torno a tan significativo tema.
El concepto del liderazgo no ha cambiado demasiado pero algunas condiciones del mundo moderno le han dado una dimensión adicional: la influencia de las redes sociales y la globalización, entre otras cosas, de alguna manera modifican mucho su comprensión. Pero la esencia del liderazgo sigue siendo la misma, si nos atenemos a la definición sencilla y práctica de que líder es el que domina el arte de la inclusión.
Dicho concepto, abierto e interactivo, está muy distorsionado entre nosotros: presumimos que cuando la gente habla de su deseo de ser líder lo que está esperando recibir son más privilegios, más capacidad de manipulación y nada de responsabilidades. Por eso tenemos más jefes excluyentes que líderes participativos.
El líder político por el cual usted quiere abogar para los próximos tiempos, es una incógnita: está enfrentado a considerar un mundo confuso, una población cada vez más representativa, una economía menos regional que mundial, unos medios de comunicación cada vez más activos y diversas emergencias con el medio ambiente, principalmente. El antiguo concepto de los liderazgos autoritarios y demócratas, con los cuales se construían las ideologías de derecha e izquierda, están fuera de onda: ya sabemos que dichas nociones están revaluadas porque hoy se confunden en una franja de centro que tampoco está definida del todo —como lo vemos cuando examinamos, por ejemplo, las ideas de Jeremy Corbyn o Bernie Sanders, para solo citar a estos dos anglosajones.
La globalización, dicho muchas veces, acabó con la derecha y con la izquierda porque contaminó a los partidos de sus propensiones al mercado, por una parte; y de hacerlos mirar hacia los menesterosos en la búsqueda de formas de igualdad que antes no se debatían, por otra. Un liberal colombiano no está muy lejos de los conservadores, excepto en detalles relacionados con la religión o la identidad de género; de resto hay que raspar muy meticulosamente para hallar una diferencia sustancial entre unos y otros.
En consecuencia, la política, al decir de Feyman, es como una cebolla llena de capas y será inevitable que acabemos frustrados al observar la complejidad de las mismas. Es esta la razón por la cual la exigencia de un liderazgo en política es mucho más difícil y múltiple al punto en que sus requerimientos sobrepasan en mucho las nociones principales de la administración de empresas, donde la ética es menos exigente y comprometedora.
Y como si fuera poco, se está hablando de los líderes sociales y tampoco sabemos qué clase de personas son ellos y de qué manera manejan los problemas sociales: ¿actúa el dirigente analizando los problemas solo desde el punto de vista tradicional de la causa-efecto, o en cambio procede con un método más sistémico que abarque todas las diferentes situaciones de esos mismos problemas? En la respuesta a esta inquietud encontraremos al líder que trabaja en función de orientar y resolver dificultades, o el que solamente desea centrarse en el corto plazo, en la confrontación en detrimento de la cohesión social y a un paso nada más de las viejas y malas costumbres políticas.
Reciba un cordial saludo,
Jaime Lopera Gutiérrez
Armenia, marzo 2019