lunes, 12 de febrero de 2024

 

 Pensándolo bien, la polarización es un camino muy cómodo.

Estimular una actitud hacia la polarización es tan fácil como hablar de lo bueno o de lo malo de una situación. Estimular o dividir las cosas entre estos dos adjetivos no representa ningún esfuerzo y solo revela una posición facilista. Quienes lo hacen, o lo han hecho, han elegido un sendero gastado y con pocas consecuencias.
Lo verdaderamente difícil es lo contrario. Conversar, conciliar, encontrar formas de entendimiento, exige personas con mente abierta, no dogmáticas, siempre dispuestas a descubrir una vía de cooperación. Al hacerlo así, están abandonando una posición fácil: pero, a cambio, han decidido entrar en el territorio sagrado de la tolerancia.
El precio de la concordia es precisamente la tolerancia y el respeto a los demás. El precio de la polarización es la adversidad.
El facilista no piensa: al escudarse en su dicotomía (lo bueno, lo malo) solo sabe que oír, atender, argumentar, convencer es un proceso difícil que demanda tiempo y exige paciencia, cosas que no suelen estar al alcance de muchos colombianos.