lunes, 25 de noviembre de 2019

participar en consensos

Es innegable: los consensos son lentos; todo diálogo es parsimonioso, las decisiones consensuales producen letargo. En cambio, los apremios de las personas y de las empresas son inmediatos, en especial en estas épocas de vertiginosos cambios e incertidumbres. ¿Cómo podemos conciliar entonces las decisiones lentas y participativas con las urgencias instantáneas y rápidas?
   El que no sepa responder esta pregunta estará condenado a ser un probable enemigo del trabajo en equipo. Porque la lentitud del consenso que se suele presentar en las funciones de un equipo, contrasta paradójicamente con la rapidez del autoritarismo. Es evidente: es más factible que una imposición individual descienda fácilmente por la pirámide organizacional, que un consentimiento grupal tomado por varias personas se presente a tiempo al sitio donde debe llegar.
   Preguntamos entonces: la velocidad del cambio al que nos vemos enfrentados como personas y como organizaciones ¿requiere menos consensos y más autoritarismo? Qué queremos al fin: ¿consensos lentos o decisiones autocráticas? Resolver esta contradicción constituye la esencia de la participación.
   Al hablar de esta palabra se nos ocurren las mismas reflexiones: involucrar, concurrir, asociar, envolver, son algunos sinónimos legítimos de la participación. Pero involucrar es también un proceso de muy lento aprendizaje y difícil alcance --que la sola Constitución del 91 no puede propulsar por mucho que se mencione la participación en muchas de sus cláusulas.
   Asociar es pues un asunto de tiempo, de aquiescencia, de tranquilo intercambio con la otra parte. A pesar de las apariencias, los partidos políticos colombianos no han tenido la paciencia para involucrar a sus militantes, y por lo tanto han tenido muy pocas posibilidades de facilitar la participación. Los gerentes tampoco tienen paciencia para involucrar a sus colaboradores en las decisiones de su organización, y prefieren la persecución en caliente, la línea rápida y de menor resistencia en las decisiones importantes. De esta manera nadie aprenderá, ni en la familia, ni en las empresas, ni en el Gobierno, la lenta pero definitiva naturaleza de participar.
   En otras palabras: participar es sentirse parte de algo. Si yo me siento parte de algo, me involucro en ello. Si mi eventual sentimiento de participación no existe, ¿por qué demonios me involucro en alguna cosa?

   Por todas estas razones no es de extrañar que la paz sea tan complicada para los impacientes y para los que ni sienten la necesidad de participar, ni han recibido oportunidades para ejercerla.

soluciones burka


El ex presidente Lopez Michelsen tenía más historias que Borges, unas muy ingeniosas y otras inventadas por sus amigos, o sus enemigos. Pero una característica de sus comunicaciones era su enorme capacidad de mirar el revés de los hechos, de distinguir al otro lado el pespunte rústico en los tapices que lucían más hermosos por delante. Allí atrás descubría aquellos asuntos por los cuales hacía pensar al país.
   Alguien recuerda que le llevó a López Michelsen un manuscrito sobre un libro en torno al derecho de amparo (que Lopez importó de la legislación mexicana) con el ánimo de que se lo comentara. Después que el presidente le dio una ojeada, el autor del libro le preguntó si valía la pena publicarlo o tirarlo a la basura. Lopez dizque le contestó: “No tengo tiempo para hacerle el prólogo, pero publíquelo: de tirarlo a la basura se ocuparan sus lectores”. Otros asumen que esta historia es de Chejov, el cuentista ruso.
   Hablando de respuestas ingeniosas, también suele evocarse esta solución de Kemal Atartuk, el padre de la Turquía moderna, que es todo un clásico: para que las mujeres dejaran de usar el burka tradicional, inmediatamente llegó al poder emitió un decreto que decía: “Se prohíbe el uso del burka en todo el territorio nacional. Aquella mujer que lo lleve será calificada de prostituta”. Al otro día no había un burka en la calle. 
   El jurista Jaime Castro nos contaba una vez que cerca de Moniquirá hubo hace años un paro en rechazo por una carretera que estaba por construirse para unir una población lejana y aislada con la vía central a Duitama. Los ganadores (que le tenían miedo a la civilización, a la televisión, a las putas y a las conservas) fueron los vecinos que habían creado el “Comité Cívico Pro-Contra la Carretera” quienes se atravesaron con éxito en este cambio por largo rato. Para los consultores gerenciales sobre la resistencia al cambio, este es uno de nuestros mejores ejemplos. Tales ingeniosidades también se pueden reunir bajo el nombre de “soluciones burka”.


lunes, 18 de noviembre de 2019

la tetera inspiradora


Hay una escena muy nabokoviana que trae Bernard Pivot en sus memorias sobre el programa de entrevistas literarias que realizaba en la televisión francesa. Pivot fue un brillante personaje de la literatura gala en especial por las entrevistas de televisión en su programa nocturno llamado Apostrophes, hecho con una erudición responsable, fruto de las lecturas previas de la obra del entrevistado y una claridad de preguntas que llegaban al publico de una manera limpia y popular. 
   Nabokov fue entrevistado en 1975 y, mucho después, Pivot contó los detalles de ese momento los cuales dan cuenta del estilo cuidadoso de responder que tenía el novelista ruso. El encuentro transcurrió en la casa de Nabokov en Montreaux, Suiza –-lugar donde residió hasta su muerte, una casa administrada por su esposa Vera y su hijo Dimitri-- donde el entrevistador se vio varias veces interrumpido por dos pianos cuyos afinadores habían llegado al mismo tiempo que Pivot.
   Para complacer al novelista, ambos pactaron unos sorbos de whisky en una tetera a efectos de no dar una imagen extraña a los televidentes franceses, al tiempo que Pivot se aseguraba con ello unas mejores respuestas para su programa. Cada quince minutos uno de los dos preguntaba: “¿quieres un poco más de té?”. Pivot rememoró en 1987 algunos pormenores de esa transmisión donde la meticulosidad de Nabokov se hizo presente porque había conocido previamente las preguntas y leía sus opiniones en unas tarjetas que traía consigo. 
   No obstante esta falta de espontaneidad, la figura del autor de Lolita nunca disminuyó en su presentación al punto que Pivot reconoce que “tengo un sentimiento casi religioso por ese programa”, como dijo posteriormente. Y añadió: “era un gran comediante, increíble por sus bromas, su calidez, su humor, sus evasiones ingeniosas, su descaro y, por supuesto, su inteligencia”.
    El formidable reportaje puede verse en el enlace https://www.the-tls.co.uk/articles/public/melting-with-tenderness/ del suplemento literario del Times de Londres, reproducido en noviembre de 2019.

sábado, 9 de noviembre de 2019

de nuevo las biografias


De nuevo me muevo con nuevos supuestos. A mí se me antoja desde hace rato que la historia se desbarata con las biografías y, por supuesto, con las autobiografías: solo los hechos escuetos la hacen viable y conocida. De resto, grandes y enormes trechos de subjetividades con las cuales se van construyendo unos episodios, a menudo inconexos, que unos cuantos interesados se encargan de encadenar con desigual suerte. Creo que Popper habló de esto algún día pero no estoy dispuesto a certificarlo.

corrupciones


Hay una confusión de términos que atenta contra los verdaderos significados de una afirmación: la frase enriquecimiento ilícito parece aplicarse tan sólo a los narcotraficantes y sus aliados. No es así: la corrupción que padecemos como una plaga también hace parte del género del enriquecimiento ilícito. El CVY de los contratos, la usura, la especulación de los tenderos con sus productos y de los inversionistas con sus dólares, los créditos amañados, los peculados, y un largo etcétera, ¿qué son sino enriquecimientos ilícitos?

la producción plena


A veces nos amedrentan con la baja oferta de empleos en nuestra zona. A veces se puede responder de una manera diferente: desde los tiempos de crisis en los años treinta, cuando se habló de la teoría de la ocupación y del dinero, el tema favorito de los economistas se llama el pleno empleo. Para decirlo en una frase, todo el mundo debe estar colocado; vale decir, debe alcanzarse la meta de un empleo para el cien por ciento de la población económicamente activa. Este sueño se ha probado irrealizable y --como la paz-- tal vez se alcance en brevísimos momentos de la historia.      
De lo que nadie habla, ni siquiera los gurús de economía, es de la producción plena: todos los recursos de un país, todos en plena producción. Los términos se invierten: si hay producción, habrá empleo. Cuando el propio Keynes sugirió que se daría mucho empleo con una cuadrilla de trabajadores cavando zanjas y otra cuadrilla detrás llenando las mismas zanjas, en efecto se daba muchísimo empleo...pero los resultados eran naturalmente improductivos. Es hora pues de cambiar la ecuación. 

Con esta reflexión, una vez más proponemos que la productividad debe ubicarse en el escenario de las soluciones al trabajo. 

wenceslao


Drácula estaba leyendo que un rey alemán del medioevo, Wenceslao, le había vendado los ojos a un verdugo de su palacio antes de decapitarlo él mismo con el objeto de ver cómo era la muerte. Esta escena conmovió de tal manera a Drácula que olvidó sus viejas andanzas y se internó en un monasterio de trapenses a rumiar sus culpas y prepararse para la eternidad.


jueves, 7 de noviembre de 2019

expresión amorosa

Lo que hay que oír: una apreciada amiga me contaba que la mejor proposición sentimental en su vida consistió en un ramo de rosas rojas que ella había recibido, con una tarjeta finamente caligrafiada con el siguiente texto: "quiero decirte que te amo cliteralmente". 

martes, 5 de noviembre de 2019

el egoísmo y sus males

Cada que lo pienso una y otra vez, deduzco que el egoísmo es un creciente mal universal. Lo que inquieta de este fenómeno es la inmutabilidad de su existencia, la capacidad que tiene el egoísmo para subsistir y reproducirse. Esa es precisamente la pregunta esencial: ¿es el egoísmo un escudo protector de mi yo, del mismo perfil que el arma elegida por Hans Solo para defender a la tierra de sus invasores? 
Si el egoísmo es la defensa de mi individualidad, entonces puede verse como una forma de protección de mi yo, como las púas de una planta carnívora. En la medida en que crecen las dificultades de la vida diaria y se encuentran solo respuestas tradicionales o precarias para bregar con los problemas, en ese momento podemos pensar si podemos arrojarlo de nosotros a pesar de que el egoísmo está tan adherido o fusionado con nuestra piel. 
No obstante, lo más difícil es transformar el egoísmo en colaboración. Cualquier síntoma de empatía con los demás, cualquier muestra de apertura —v.g., solo escuchar de verdad al otro, oírlo genuinamente— y en ese momento los muros del egoísmo empiezan a flaquear. Solamente cuando lo expulsamos de nuestro ser, convertimos el egoísmo en una verdadera arma de solidaridad

aversión a los pobres

La voz aporofobia ha sido acuñada por la filósofa española Adela Cortina en varios artículos de prensa en los que llama la atención sobre el hecho de que solemos llamar xenofobia o racismo al rechazo a inmigrantes o refugiados, cuando en realidad esa aversión no se produce a menudo por  su condición de extranjeros, sino porque son pobres.

ingenio


Una fórmula providencial para desembarazarse de un impertinente aspirante a locutor sin futuro alguno la  dio un día Gabriel Muñoz a Juan Harvey Caicedo, examinador de los aspirantes por encargo del Ministerio de Comunicaciones: “Dile, sencillamente, que no sirve para nuestro oficio  porque tiene los pies planos”.