sábado, 26 de diciembre de 2020

de la novela y su extensión

 Liz,

Sobre novela breve no es mucho más lo que se puede decir. Excepto que empieza a ponerse de moda, tal vez porque la prisa de los tiempos nos obliga a leer rápido en estos países y los cuentos también cumplen ese mismo propósito. Lo que asombra es ver en las playas de esta época a una señora con una novela de mil paginas, de esas que solo escribía Don Delillo, o una cortica como las novelas policíacas y de aventuras. Eso quiere decir que para gustos no hay disgustos.

Personalmente creo que ese debate, desde el punto de vista de los autores, ya se está gastando: lo que cuenta no es la extensión (breve, larga, larguísima) sino el contenido, el mensaje. Los ojos de un editor serán por supuesto diferentes: prefieren una novela entre 80 mil y 200 mil palabras que se vende, a muchos títulos de poesía que no se venden. En EEUU es peor: muchos escritores escriben con la mirada puesta en una película de su novela, porque así van a ganar un dineral.

Entonces ya el asunto es individual: uno como cuentista (y estoy viviendo en carne propia esa experiencia), construye un cuento de 200 a mil palabras con cierta facilidad, pero cuando se mete a las ligas mayores necesita un proceso de adecuación. Por ejemplo, empecé un relato con ánimo de enviarlo a un concurso de Novela Breve en España, pero cuando se venció la fecha del envío no estaba siquiera en la mitad. Algo hay que se me atraviesa: reviso el diseño, la bibliografía que estoy usando, repaso las líneas, rediseño los personajes y en este ajetreo se me va el tiempo. Parálisis por análisis, como dice mi aforismo.

Mi novela trata del viaje de los restos de Gardel cuando los argentinos pidieron expatriarlo desde Medellín en 1935. Hay un personaje real que sobrevivió al accidente y se perdió: yo lo redescubrí, le di una voz, una cara, una familia y un oficio para que contara lo que ocurrió antes y lo que pasó después. Gardel no es mi personaje sino el pretexto para ambientar unas situaciones políticas argentinas que precedieron el viaje y otros pormenores de luchas por el poder que ocurrieron aquí durante el gobierno de López Pumarejo. Ahí voy.  Entonces, mientras no termine este esfuerzo, veré aplazada la posibilidad de diseñar una novela sobre la Violencia en el Quindío que tiene pocos cultores.

En las novelas de Moravia hay personajes así, voy a repasar las que tengo. De modo que puedes ayudarme describiéndome un personaje italiano que lo pueda añadir a la figura del mejor amigo de Gardel, Alfredo Le Pera, administrador y compositor, que lo acompañó por muchas parte de su vida.


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