lunes, 19 de febrero de 2024

el obediente

 El obediente

Daniel, el ventrílocuo, hablaba a través de su muñeco llamado Plato. En cada función había siempre una disputa entre los dos (que a menudo el público padecía con angustia), querella que no se cancelaba sino en el camerino cuando Daniel arrojaba a Plato en una caja de sombreros dispuesta para ese trajín, y cerraba con estrépito la tapa. Amigo de la libre expresión, Plato no se resignaba a este tratamiento hasta que encontró la respuesta, es decir, la forma de abandonar el infame encerramiento: reconoció a Daniel, le obedecía en todo, no lo hacía quedar mal frente al auditorio y consintió resignado todas las burlas y atropellos que le urdía su dueño. Ese mismo día nació la sumisión, que se introdujo en el alma de los hombres para garantizar así la paz que los poderosos necesitan para su abundancia.

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