sábado, 21 de diciembre de 2019

los micos no cambian


Siempre que me preocupo por hablar acerca de la resistencia al cambio que tienen los quindianos, no dejo de recordar la historia de los micos. Un grupo de científicos colocó cinco monos en una jaula, en cuyo centro pusieron una escalera y, sobre ella, un montón de bananos. Cuando un mono subía la escalera para agarrar los bananos, los científicos lanzaban desde afuera un chorro de agua helada sobre los micos que quedaban en el suelo.
   Después de algunas experiencias, cuando un mono iba a subir la escalera los otros lo agarraban a golpes para que no lo hiciera. Por supuesto que poco a poco ningún mono se atrevía a subir la escalera a pesar de la tentación de los bananos.
   Entonces los científicos sacaron un mono y lo sustituyeron por otro nuevo. La primera cosa que hizo el nuevo fue subir la escalera, pero rápidamente fue bajado por los otros, quienes le dieron una paliza. Después de algunas tundas, el nuevo integrante del grupo ya no subió más la escalera.
   Un segundo mono fue sustituido, y ocurrió lo mismo. El primer sustituto participó con entusiasmo de la paliza al novato. Un tercero fue cambiado, y se repitió el hecho. El cuarto y, finalmente, el último de los veteranos fueron sustituido. Los científicos quedaron entonces con un grupo de cinco monos que, aún cuando nunca habían recibido un baño de agua helada, continuaban golpeando a aquel que intentase llegar a los bananos.
  La moraleja es que si fuese posible preguntar a algunos de ellos por qué le pegaban a los nuevos que intentaban subir la escalera, con certeza la respuesta de los monos sería: ---"No sé, aquí las cosas siempre se han hecho así...".


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