Alguien dice que
la pobreza hay que repensarla, pero quisiera decir algo mejor: la pobreza hay
que combatirla. Si se la combate a fondo habrá menos pobres, pero la inquietud
siguiente es si ello sirve al democracia. Es decir, si hay menos pobres, ¿de
dónde sacaría la democracia los votos si es con ellos que se ganan o pierden
las elecciones?
No lo escribo yo sino que lo dijo, en otras palabras, el Papa Francisco: los
pobres son la carne de cañón para que los políticos los manipulen mediante subsidios,
tejas, lechona o contratos laborales. Un pobre con baja educación cae fácil en
estos engaños y acude a las urnas debido a la amenaza de quien compra su
conciencia antes y le paga después. Con un tamal o 50 mil pesos compran mi
voto. Solo que los pobres, si están educados, saben decir no.
Este fenómeno ocurre tanto en los regímenes llamados socialistas (vale decir,
las Misiones venezolanas) como en las democracias más conocidas dentro del
sistema capitalista. En muchas democracias occidentales y en los países
socialistas suceden situaciones semejantes. (En EEUU existe el llamado “spoil
system” que cumple similares objetivos en casi todos los Estados). Si un
gobierno le otorga a una persona un subsidio de alimentación o un empleo
barato, de este modo amarra a un elector: si éste es desleal, pierde el
subsidio (v.g., el Sisben) o el trabajo con el cual sobrevive su familia. Casos
se han visto.
En
resumen, los políticos tradicionales en Colombia fingen ser generosos con los
pobres para poderlos hacer sumisos y exigirles servidumbre el día de las
elecciones. Miles de pobres subsidiados van por obligación a ponerse una camisa
roja y salir a las calles con el objeto de apoyar al que le regaló la camisa,
pero alguien estará espiando su presencia o su ausencia; si no cumple, será
castigado.
Entre nosotros miles de pobres van a las urnas por unos pesos a
votar por los corruptos que los han engañado. Como siempre hemos dicho, existe un
antídoto en este escenario: la educación. Cuando hay más personas educadas, que
piensan y debaten, es más difícil manipularlas. Mantener a la gente en la
ignorancia (solo escuelas privadas, altas matrículas, discriminación) hace que
aumente la participación de los manipulados. Educarla es el desafío eso sí es
un verdadero cambio. La democracia progresista es el camino para combatir la
desigualdad y reducir la dependencia.
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